EL MAR EN EL OSO
Tengo miedo del oso en el mar
que bajo una fina capa de hielo
intenta arrancarse su traje
mordiendo, usando las garras.
Imagino bajar de la barca
para ver entre su piel
el hielo, mil trozos de espejos;
saber que se deshiela libre entre los témpanos
una voz familiar, silenciada.
Y con un dedo,
empujo más cerca una capa de invierno
con la cual enterrar el estanque.
HABITANTE
La cumbre, su boca
y la negra lengua caverna.
La toma aérea, la mosca
a los pies de la piedra.
El sol redondo a la espalda
de la imponente montaña.
Un niño mira asustado
sin salir de la cueva;
sólo apoya una mano
al alcance del sol.
LAZO
Hoy como cuerda que salta.
Un dedo se mete en el doblez de la carne
y hurga entre incómoda arista toda la tarde.
Es la naturaleza de saberme tan lejos,
de tener mi espalda al mirar de esos ojos
que me esperan, que no me esperan;
que yo imagino que podrían esperarme.
Pero no quiero saber si lo hacen,
quiero saber que de haber esperado,
no habría sido la última vez:
que aún tendré seda para palpar en mi mente
o algún abrazo a la disposición de mañana
con el cual recibirme tu nombre.
¡Oh, cómo avanzan estos trenes,
cómo he perdido la sed de tu pulso!
Un día hallo tu rostro al andar por Baquedano.
Corro como si me fuera permitido.
¡Aquí estás otra vez, aquí estás!
¡Soy el hola! Comienzo a relatarme.
Yo era…: busco la palabra
algo era…
me tomará un momento.
Disculpa esta torpe escalofría;
es que alguna vez fui, algo yo era…
JULIO 1999
Tanto año de criba y arena.
Cada lágrima cual diamante grueso
a la luz de la orilla.
Ha caído la duna que ahogó a tanto prisionero —
hoy se siente el azul ser transeúnte
y hay un espacio abierto entre las calles.
Aparecen mis trescientos mil hermanos,
dan vuelta a la esquina
y les beso uno a uno como en cuna de cachorros.
¡ÉSTA SÍ ES MI PATRIA, LA RECONOZCO,
HE LLEGADO A UNA DE MIS CASAS!
¡Oh, cómo se dilata mi naufragio
y desmancillamos las caricias!
Ahora que pertenezco a una tierra, quiero perder todo sentido de medida.
Da lo mismo, sabré encontrar mi vuelta a casa entre los brazos de los míos, incluso cuando no haya regla entre las tablas de mi barca.
¡Anhelamos tanto sentir esta brisa, bailar de noche como el copo de nieve que agita la campana!
Fuimos el pequeño mirándolo caer por la ventana, fuimos una temporada celestina antes del alba.
Piensa en los miles de besos que han sido necesarios para que tus labios calienten hoy los míos, en los miles de pasos que recoge el calendario.
¡Hoy soy hijo suyo, mis amores,
hoy quiero amar!